El antídoto de la mentira totalitaria sólo puede venir en un lenguaje que no se sitúe en el mismo plano, que ayude a pensar y sentir desde otro ángulo, como lo hace la poesía, por ejemplo. Hannah Arendt
En Kiev, hace poco, agitando la memoria de otras guerras, la poderosa poeta ucraniana Kateryna Kalitko (nacida en 1982) reafirma la vida con su poesía
Todavía es posible un hogar allá, donde ponemos a secar la ropa y las sábanas huelen a viento y cerezos en flor.
Es la temporada de la primera intimidad,
tiempo de culminarla y nunca repetirla.
Cada hoja brota como una navaja verde
y los gritos de la vida se apoderan de la noche
encontrándole un ritmo.
Frágil como papel de estaño,
es la estación donde se forman los duraznos,
junto a las guerras y los niños,
en la misma cucharada de aire […]
Es como un juego olvidado en el patio trasero de la casa familiar
escondiéndonos entre la ropa colgada,
el mundo volviéndose más frágil a cada instante.
Cuando besábamos a alguien a través de las sábanas
ya no sabíamos quién era, ni a quién habíamos perdido o encontrado.
El cuerpo inflamado de la guerra se metía en los corazones florecientes
porque no la habíamos dejado entrar en nuestro hogar
para calentarse, una noche fría.
En la casa de la infancia de la joven Kateryna Kalitko, a la guerra, a la polarización abusiva se le prohibió el paso y por eso todavía es posible ahí tener un hogar. Algo insoportable para el ánimo totalitario. (La Razón de México)