Durante la noche, Don Quijote sueña que es Sancho y el escudero, a su vez, sueña que es el Hidalgo.
Cuando se encuentran (en terreno onírico neutral), el Escudero-Hidalgo saluda con todas las reverencias del caso al Hidalgo-Escudero, quien exagera en su altanería de Caballero, abusa las circunstancias.
Al despertar, el distraído Quijote no recuerda el incidente nocturno. El escudero, en cambio, ha renovado su paciencia.
Juan Romagnoli