Archivo mensual: abril 2024

DESENCRIPTANDO CIENTÍFICAS

La urna se halla en la biblioteca, así como el cuestionario para iniciar la búsqueda y apuntar las soluciones. Y este cartel anunciador es obra del alumnado de 1º de bachillerato de Ciencias, con motivo del 11 de febrero, día de la Mujer científica.

El plazo acaba el 26 de abril… No lo dejes para más adelante.

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Microrrelato 70

Con una mueca feroz, chorreando sangre y baba, el hombre lobo separa las mandíbulas y desnuda los colmillos amarillos. Un curioso zumbido perfora el aire. El hombre lobo tiene miedo. El dentista también.

Ana María Shua

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ELIZABETH CARTER, «La búsqueda de la felicidad…» (fragmento)

The midnight moon serenly smiles
O’er nature’s soft repose;
No low’ring cloud obscures the sky,
Nor ruffling tempest blows.

Now ev’ry passion sinks to rest,
The throbbing heart lies still;
And varying schemes of life no more
Distract the lab’ring will.

In silence hush’d to reason’s voice,
Attends each mental pow’r:
Come, dear Emilia, and enjoy
Reflection’s fav’rite hour.

La luna de medianoche sonríe serenamente sobre
el suave reposo de la naturaleza;
Ninguna nube baja oscurece el cielo,
ni sopla una tempestad.

Ahora toda pasión descansa,
el corazón palpitante yace quieto;
Y los diferentes esquemas de vida ya no
distraerán la voluntad de laboratorio.

En silencio, acallado a la voz de la razón,
Atiende cada poder mental:
Ven, querida Emilia, y disfruta
de la hora favorita de la Reflexión.

Elizabeth Carter (1717-1806), poeta romántica inglesa, traductora y miembro de la Sociedad de medias azules. La Blue Stockings Society fue un movimiento social y educativo informal de mujeres en Inglaterra de mediados del siglo XVIII que enfatizaba la importancia de la educación y de la cooperación mutua.

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Recursos feéricos

El hada Carabosse se sentía total y absolutamente harta.

Su misión en este mundo se había tornado poco imaginativa y hasta inútil, lejos estaban ya los tiempos poéticos, cuando era dable transformar calabazas en magníficos carruajes y un par de ratones de décima categoría en briosos corceles blancos. Pero ¿ahora, qué? Quienes querían carros último modelo se metían en política, los que odiaban su propia fealdad iban al cirujano plástico o a algún programa de televisión que ofrecía transformaciones gratuitas a la vista de todos, las mujeres maltratadas hacían juicio ante el tribunal de la familia. Nadie acudía a ella y por lo tanto la pobre Carabosse se sentía de más en este siglo XXI tan poco imaginativo.

El reino de lo humano podía prescindir de su varita mágica: ya se habían fabricado otras, más caras, sí, pero menos aleatorias. Sólo le quedaba al hada experimentar con el reino animal, virgen al respecto ¿Quién después de todo sin acceso a los salones de belleza no quiere ser otro, diferente? Hizo circular el anuncio por las vías secretas que corresponden en casos como éste y a las que sólo un hada tiene acceso. Los candidatos no tardaron en hacerle llegar sus aspiraciones.

La hiena pidió oler bien y dejar de reír porque sí como una estúpida, el jabalí quiso una piel de terciopelo, los gorriones un vistoso plumaje, las víboras un vientre almohadillado para poder deslizarse con comodidad por los terrenos ásperos.

Carabosse sacudió su varita tres veces y fue concediendo los deseos. Luego cobró en especies como acostumbraba, demostrando una vez más que siempre hay nuevas salidas laborales para quien sepa diversificar su oferta.

A pesar de lo cual numerosos zoológicos, para horror y desconcierto de sus respectivos dirigentes, debieron cerrar sus puertas.

Luisa Valenzuela

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